
Una defensa liberal de España
El exitoso acto de defensa de la Constitución que ha tenido lugar hoy en Madrid ha tenido en el discurso de Rajoy un hermoso alegato de España como nación de ciudadanos, ya apuntado en su excelente intervención en el Congreso de los Diputados con motivo del estatuto catalán. "Nos importan las tierras y la historia, pero el depositario de los derechos es siempre el individuo", ha recordado. "No formamos una Nación de naciones, sino una nación de personas, de ciudadanos libres e iguales".
El olvido de estas verdades tan sencillas por parte del nacionalismo y el socialismo se deben a la esencia colectivista de ambas ideologías. Colocar un grupo, de las características que sean, por encima del individuo ha llevado siempre a las peores consecuencias. Sin olvidar los grandes totalitarismos del siglo XX, el terrorismo que permanece activo como la amenaza más peligrosa del mundo actual bebe en todas sus variantes -nacionalista, marxista o islamista- de colocar al colectivo -etnia, clase o umma- por encima de los individuos que lo forman y de despreciar la condición humana de aquellos que no entran en él.
Por eso, hoy más que nunca, reivindicar España como nación de ciudadanos es la mejor senda por la que el PP puede empezar a merecerse el respeto de la base social que le vota, en ocasiones, más por sus contrarios que por ellos mismos.
El olvido de estas verdades tan sencillas por parte del nacionalismo y el socialismo se deben a la esencia colectivista de ambas ideologías. Colocar un grupo, de las características que sean, por encima del individuo ha llevado siempre a las peores consecuencias. Sin olvidar los grandes totalitarismos del siglo XX, el terrorismo que permanece activo como la amenaza más peligrosa del mundo actual bebe en todas sus variantes -nacionalista, marxista o islamista- de colocar al colectivo -etnia, clase o umma- por encima de los individuos que lo forman y de despreciar la condición humana de aquellos que no entran en él.
Por eso, hoy más que nunca, reivindicar España como nación de ciudadanos es la mejor senda por la que el PP puede empezar a merecerse el respeto de la base social que le vota, en ocasiones, más por sus contrarios que por ellos mismos.
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