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Las consecuencias de las elecciones europeas

El próximo 25 de mayo se celebrarán, como Vds. saben, elecciones al Parlamento Europeo. Y según la encuesta del CIS publicada a esta semana, no llegan al 50% los españoles que tienen decidido si ir a votar o no. Y, de ellos, menos de la mitad tienen decidido a quién entregar su voto.

Cuando uno está dudando si ir a votar o por quién decantarse, puede resultar útil analizar cuáles van a ser las consecuencias de las elecciones. ¿Cuál va a ser la lectura de los resultados que se realice el próximo 26 de mayo?

Aunque las elecciones sean de ámbito europeo, las elecciones van a tener, principalmente, unas consecuencias en clave nacional. Analicemos los distintos casos posibles:

CASO 1: PP y PSOE suman más del 60% de los votos, con un empate técnico entre ellos

Este sería el mejor resultado para el actual sistema bipartidista. Ese resultado significaría, por la derecha, que el electorado del PP no pasa factura a Rajoy por los incumplimientos de las medidas ideológicas de su programa; y significaría, por la izquierda, que el electorado del PSOE no pasa factura a Rubalcaba por su oposición de guante blanco. Significaría también, en conjunto, que PP y PSOE habrían conseguido que el actual estado autonómico sobreviviera a la crisis.

En consecuencia, tras ese refrendo electoral, Rajoy tendría las manos libres para seguir centrándose en el terreno económico durante el resto de la legislatura, dejando que los asuntos ideológicos (negociación con ETA o aborto, por ejemplo) sigan el rumbo iniciado durante la etapa Zapatero. Rubalcaba, por su parte, tendría las manos libres para seguir apoyando las reformas que Rajoy impulse por orden de Bruselas. Y el tándem PP-PSOE tendría las manos libres en dos campos fundamentales: en el campo económico, para mantener las medidas de ajuste, con el fin de que los ciudadanos paguen la factura de la crisis; y en el campo territorial, para negociar con Artur Mas su renuncia al referéndum, a cambio de reformar el Título VIII de la Constitución en sentido confederal.

CASO 2: PP y PSOE suman más del 60% de los votos, pero con uno de ellos claramente destacado

En este segundo caso, el actual sistema bipartidista conseguiría sobrevivir a la crisis y las distintas hojas de ruta ideológicas y territoriales seguirían igualmente su curso, pero se vivirían momentos turbulentos en el seno de uno de los dos partidos mayoritarios.

Si fuera el PP el que perdiera claramente, la imagen que se transmitiría es que los electores populares han pasado factura a Rajoy por sus incumplimientos ideológicos, lo que aumentaría la presión interna dentro del partido para que el PP hiciera gestos dirigidos a contentar a sus electores, antes de las siguientes elecciones autonómicas y municipales. Puesto que Rajoy sigue controlando el Boletín Oficial del Estado, y dado que no existe ningún sector organizado de oposición interna dentro del PP, probablemente no llegaría la sangre al río, pero si el PP no comienza a tratar de contentar a sus electores, el ascenso de las fuerzas alternativas (Vox o Ciudadanos, por ejemplo), sería imparable de cara a las generales.

Si fuera el PSOE el que saliera claramente derrotado, la situación sería más complicada, porque en el PSOE sí existen varios sectores dispuestos a lanzarse sobre el cadáver político de Rubalcaba el mismo día 26. Dado el control de los medios de comunicación por parte del PP y el PSOE, probablemente se pondría en marcha un proceso de relevo controlado, para sustituir a Rubalcaba por alguien que cuente con el beneplácito de Bruselas (por ejemplo, Almunia). Y se utilizarían los dosieres necesarios para desactivar a los sectores del PSOE que trataran de obstaculizar la operación.

CASO 3: PP y PSOE no logran sumar el 60% de los votos

Independientemente de quién gane, si PP y PSOE suman más del 60% de los votos, el sistema bipartidista se consolidaría, y los dos partidos mayoritarios siempre podrían recurrir a formar, después de las próximas elecciones generales, un gobierno de coalición izquierda-derecha (como los que hay en Italia, Grecia o Alemania).

Pero si PP y PSOE bajaran mucho de ese 60% de voto, el sistema bipartidista entraría en crisis. Una bajada tan drástica de los dos partidos mayoritarios sería interpretada como una enmienda a la totalidad por parte de los electores, que obligaría a reorientar la acción de gobierno y la actitud de la clase política.

PP y PSOE se verían obligados a reducir la presión sobre sus respectivos electorados, para recuperar el control antes de las siguientes elecciones generales. En el PP, eso llevaría a hacer gestos ideológicos que contentarán a sus electores más defraudados. En el PSOE, eso requeriría gestos dirigidos a aliviar la presión económica sobre la ciudadanía más golpeada por la crisis; y, como el déficit sigue desbocado, la única solución sería lo que ha hecho el gobierno de Renzi en Italia: recortar gasto drásticamente en las administraciones, con el fin de poder bajar impuestos o poder aumentar las prestaciones sociales.

Esa será, más o menos, la evolución de los acontecimientos a partir del próximo día 25 de mayo, dependiendo de cómo queden los resultados.

Teniendo eso en cuenta, decidan ustedes mismos si quieren votar o por quién quieren hacerlo. Eso sí, tengan presente que ni la abstención, ni el voto nulo, sirven para nada.

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