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Semana negra

¿Qué fue lo que pasó entre el 16 y el 22 de febrero de 2004? ¿Quién tomó la decisión, en esas fechas, de llevar a cabo los atentados? Los lectores que hayan seguido la serie de "Los enigmas del 11-M" recordarán que en el capítulo 8, dedicado al transporte de los explosivos, ya mencionamos que es en torno a esas fechas cuando algo sucede que hace que se aceleren los preparativos de la masacre. Hoy desvelamos en Libertad Digital, en un nuevo artículo de la serie, otro dato más que apunta en la misma dirección: cómo se pone fin, en torno al 17 de febrero de 2004, al operativo de vigilancia establecido sobre los autores del 11-M:

La Policía conocía prácticamente todo sobre los implicados en la masacre, porque llevaba vigilándolos desde enero de 2003. Se habían identificado vehículos, pisos, personas, teléfonos, empresas... Tres de los siete suicidas de Leganés aparecían ya identificados en la trama. A principios de febrero, los seguimientos físicos a los miembros del comando se producen un día sí y otro no, por no mencionar las intervenciones telefónicas, que estaban en marcha desde julio de 2003.

Y todo ese operativo termina bruscamente en torno al 17 de febrero. Resulta sorprendente cómo en esa verdadera semana negra que va del 16 al 22 de febrero coinciden diversos acontecimientos que apuntan a que fue justo entonces, y no antes, cuando se toma la decisión definitiva de atentar en Madrid. En esa semana recibe Suárez Trashorras la orden de realizar el transporte de los explosivos. En esa semana, El Chino abandona las obras de acondicionamiento de su casa de Morata y acuerda con Trashorras la reunión de planificación del transporte de la Goma-2 ECO. En esa semana, anuncia ETA su tregua parcial en Cataluña y comienza a preparar su propio transporte de explosivos. Y es precisamente en esa semana cuando se interrumpe el operativo de vigilancia sobre el comando de Virgen del Coro que se había establecido trece meses antes. ¿Por qué se puso fin a esa vigilancia tres semanas antes de las elecciones?

SOBRE LOS COMENTARIOS DE LOS LECTORES

A Josevi: La historia de Mounir el chófer es una más de las cortinas de humo en las que han pretendido envolver a Del Olmo. De repente, aparece de la nada un testigo protegido (a quien llamaremos Joe el Libanés) a raíz de un papel encontrado en un registro policial. Y ese testigo protegido empieza a contar al juez una serie de historias increíbles, entre las cuales la del chófer Mounir del embajador marroquí es sólo una más (y no precisamente la más rocambolesca). Si no hubiera tantos temas serios sobre los que escribir acerca del 11-M, dedicaría un artículo de la serie de Los enigmas al sainete de Joe el Libanés, porque resulta verdaderamente curioso.

A Mandibul: Sobre el tema de Yamila Pardo, debemos suponer que se trata de una mera casualidad. Al menos yo no dispongo de ningún dato que me permita ponerlo en duda. Otra cosa es la opinión que me merezca la sorprendente cortesía con la que fueron tratadas determinadas personas relacionadas con la trama del 11-M. Pero tiempo habrá de hablar de eso.

Para rmlf: No sé muy bien qué responder a tu cuestión. La verdad es que las bombas de Atocha parecen tan perfectamente secuenciadas que da la sensación de que fueron activadas por control remoto desde la propia estación (por alguien que estaba viendo en ese momento la situación del andén). Pero esto no es más que una sensación mía; no tengo ningún dato que me indique cómo se detonaron esas bombas (por alarma, por temporizador, por control remoto, por llamada, ...).

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