El feminismo en Cataluña es nacionalista porque lo que no es nacionalista en Cataluña no existe o, si existe, es indefectiblemente machista, fascista, español, probablemente católico y casi seguro taurino. Todo pasa por el cedazo catalanista, sello de calidad que deben ostentar hasta las sociedades de amigos de la filatelia, circunstancia que permite a los separatistas afirmar que les apoyan más entidades cívicas que empresas se han fugado del proyecto de la Dinamarca del Mediterráneo que maquinó Pujol, ejecutó Mas y pilota Puigdemont desde Waterloo, con Torrent de mamporrero en el Parlament.
En ese contexto tóxico, la consideraciones de Lluís Salvadó, número tres de ERC, sobre la supuesta dificultad de encontrar mujeres para altos cargos, así como el dato de la ventaja competitiva de las aspirantes con las tetas más gordas han provocado una profunda corriente de solidaridad encabezada por Pilar Rahola y Empar Moliner, que se han apresurado a indultar al machirulillo de la Esquerra en su calidad de mujeres y porque, como en las películas de la Mafia, es de los nuestros.
El afectado, por su parte, se quejaba en las redes sociales en los siguientes términos: "Me jode, y mucho, que después de 30 años de militancia activísima en los valores republicanos y de lucha contra todas las discriminaciones haya de pasar por un miserable machista". Pobre Salvadó, un luchador echado a los pies de los caballos pero que lo ha dado todo en la trinchera del feminismo, porque en Cataluña es inconcebible que el feminismo, sea lo que sea, no sea nacionalista.
En su afán totalitario, el catalanismo lo engulle todo y blanquea los más abyectos comportamientos sin que se le corra el rímel. Pujol trincó, Mas engañó, Puigdemont se ha fugado, la república era simbólica y ERC es un partido de machos torrentes, pero entre todos, que no todas, lideran todas las causas del instante. Son las feministas de primera hora, totalmente LGTBI, anticorruptos, ecológicos, sostenibles, exóticos, pero de kilómetro cero. Les siguen los del lazo amarillo, gente abierta, agradecida y de un entusiasmo irreductible, de modo que no sería descabellado que con el nombre de Salvadó se bautice algún ateneo feminista financiado por Ada Colau, que ha ampliado el significado del concepto discriminación positiva al mantener un significativo silencio respecto a las apreciaciones de Salvadó.