El espectáculo taurino en Céret es impresionante. Banderas catalanas adornan la plaza, los monosabios lucen barretina y una cobla, el conjunto instrumental típico en Cataluña, interpreta Els Segadors al comienzo del festejo y ameniza la tarde con "La Santa Espina", los pasodobles de rigor e incluso "L'estaca". Fusión catalanista y taurina a tan sólo cuarenta kilómetros de Figueras. En Francia, las corridas de toros no están prohibidas como en Cataluña y la tauromaquia en Céret es una manifestación artística impregnada de una catalanidad auténtica, original, de una pureza sin desvirtuar. Los elementos propios del folclore catalán combinan en perfecta armonía con los festejos taurinos.
Lo de Céret es de sobra conocido en España salvo en Cataluña, donde sólo los aficionados están en el secreto y peregrinan a la localidad (la feria consta de tres corridas y una novillada entre el 14 y el 16 de julio) como los pornógrafos iban a Perpiñán en los sesenta a mirar películas eróticas. El pintoresco municipio en fiestas, con sus sardanas, fiscornos, flautines y toros, es una expresión muy positiva de la catalanidad francesa, que vive de espaldas al proceso separatista, algo prácticamente inconcebible allende los Pirineos. En lo que los nacionalistas llaman la "Catalunya Nord", todo lo relativo al independentismo produce una vaga inquietud negativa muy atenuada por la sólida consistencia del sistema departamental francés.
El encanto del presidente Emmanuel Macron reside en el respeto por los valores relativos a la educación, el mérito, el esfuerzo y el patriotismo. Militante socialista desde los 24 años y ministro de Economía de Hollande, el astuto Macron saltó en marcha del tren perdedor y fundó En Marche!, rebautizada para las legislativas como La République en Marche! O sea Francia en marcha, no las francias de la Francia ni las repúblicas de la repúbica en acción, sino el concreto francés frente al Front National y la crisis de la izquierda.
Macron es la moda de París en España, pero sólo en la parte de alcanzar el Elíseo con una formación de conveniencia cuyas siglas coinciden con las de su camisa. Es tendencia, pero sólo en la apariencia porque sus imitadores españoles son de los de antes muertos que jacobinos. El mero Sánchez del PSOE traiciona el estilo con un discurso que ahora pasa por proponer una quita de la deuda autonómica catalana como si los gobernantes de la región fueran algo menos que los vascos, pero mucho más que los andaluces, extremeños, castellanos o gallegos, los de la ascética España que curra y calla, antes ora et labora.
La Generalidad entra en barrena y Junqueras, la gran esperanza blanca de doña Soraya, delira que España quiere secuestrar a sus dos vástagos. El vicepresidente de la Generalidad ilegítima, ilegal y dictatorial tiene el cuajo y la jeta de cemento armado (o le conviene reposar) de mentar a sus hijos en relación a un proceso totalitario en el que los poderes del Estado han actuado al filo y más allá de la pura dejación.
El parangón es retorcido. Según Junqueras, que Mas, Ortega, Homs y Rigau estén en riesgo de pagar la factura del penúltimo referéndum (cinco millones de euros) supone que el Estado está dispuesto a dejar sin sustento al padre, él mismo, de dos criaturas de dos y cuatro años, según especificó el inenarrable vicepresidente catalán. Esto ya no es que "Espanya ens roba", sino que abusa de los hijos de los independentistas, casta más inmunda que la de los desahuciados. Ya están tardando los cascos azules. En el entretanto, la vicepresidenta de Das Reich, Sáenz von Santamaría, afirma que el 1-O no existe, pero que el 1-O será un fracaso. Curiosa paradoja. A la altura de la del director general de los Mossos encargados de velar la ley que dimite para cumplir la ley.