Tras el varapalo que sufrió en jornadas anteriores del juicio la prueba que incrimina a "El Egipcio", la fiscal Olga Sánchez se puso manos a la obra para conseguir que los peritos italianos, que tradujeron las conversaciones en las que el supuesto ideólogo del 11-M se atribuía la masacre de Madrid, declararan en el juicio. Junto a los traductores transalpinos, comparecieron los españoles (dos propuestos por el abogado del procesado y dos de la Policía). En sus declaraciones, volvió a quedar constancia de las discrepancias entre ellos en el punto clave, aquél que colocaría a Rabei Osman como ideólogo de la masacre. El propio Bermúdez puso en evidencia las contradicciones en las traducciones italianas. Las dudas siguieron sin despejarse.

La jornada también sirvió para que la Fiscalía y las acusaciones presentaran los escritos definitivos de calificación del 11-M. El único punto en común se tradujo en el archivo de la causa contra uno de los hermanos Moussaten. El Ministerio Público y las acusaciones vinculadas a Pilar Manjón no se apearon de la versión oficial en la que, tres años después, sigue sin conocerse el arma homicida. Mantuvieron básicamente las conclusiones iniciales, que apuntan al carácter islamista de los atentados. La Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M se decantó por la tesis de la colaboración entre ETA y los islamistas. La AVT denunció el carácter político de los atentados del 11-M y la existencia de una trama policial, acreditada por la participación en los hechos de numerosos confidentes policiales. Finalmente, la acusación que representa a Ángeles Pedraza y a otras víctimas del 11-M llamó la atención sobre la falsedad de las pruebas y retiró la acusación contra el último de los detenidos del 11-M, Jamal Zougham.

Cooperación necesaria, por Luis del Pino