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El penúltimo raulista vivo

Carpe diem, Mbappé, carpe diem. Coge la rosa blanca mientras puedas

El Real Madrid no tiene más de lo que tienen algunos pero sí posee algo que no tiene absolutamente nadie en el panorama deportivo mundial, y me explico. No tiene más dinero del que tienen Paris Saint Germain o City, por poner los dos ejemplos más recurrentes de equipos-Estado, clubes que tienen el dinero por castigo y, si ello fuera necesario, a las instituciones de su lado para hacer la vista gorda con el famoso fair play financiero, como ha podido comprobarse hace poco con el equipo entrenado por Guardiola. Es más, el Real Madrid tiene menos dinero que esos clubes pero, sin embargo, tiene algo que ni City ni PSG, ni por cierto ningún otro equipo del mundo, pueden comprar con todo su dinero: el prestigio. El Real Madrid tiene a un señor con gafas que, con toda la pompa y la circunstancia que requiere la ocasión, coloca muy serio una Copa de Europa cada cinco años desde 2000 en las vitrinas del estadio Santiago Bernabéu, cuatro de ellas en los últimos siete, a una media de algo más de media Champions al año desde 2013.

El Real Madrid tiene la historia que le falta al Paris Saint Germain. Puede que el mejor futbolista histórico del PSG sea Neymar, el del Real Madrid es don Alfredo di Stéfano. El presidente de honor del Real Madrid tiene él solo 6 Copas de Europa más que City y Paris Saint Germain juntos, que no tienen ninguna. El Real Madrid tiene una ciudad deportiva que vienen a visitar desde todos los lugares del mundo y en 2022 va a tener un estadio que va a ser envidia planetaria. La marca Real Madrid es la más valiosa, el club está saneado y, sobre todo, tiene un rumbo, un proyecto deportivo serio y solvente. En plena pandemia, y mientras los demás se endeudaban, el Real Madrid ha acabado con superávit. Cuando Florentino Pérez, que es ese señor de gafas al que antes hacía referencia, le dijo en su día a Neymar que ya sabía qué tenía que hacer si quería ganar el Balón de Oro, no estaba faltando a la verdad: desde 2010, el galardón individual más prestigioso del mundo del fútbol lo ha ganado un jugador que vestía la camiseta del equipo blanco. O sea, el cincuenta por ciento de los Balones de Oro de la última década los han conseguido futbolistas del Madrid. Al PSG no le gana el Bayern en la final porque el alemán sea mucho mejor equipo, no; la final de la Champions la gana el Bayern porque, aunque en menor medida que el Real Madrid, tiene prestigio, tiene experiencia, se maneja en esas circunstancias como cualquiera de nosotros se pasea por el salón de su casa. En definitiva: si una estrella del fútbol mundial, un crack, quiere pasar a la historia, lo tendrá más fácil para hacerlo si, al final, viene al Real Madrid. Son matemáticas.

Y en esa encrucijada profesional y personal se encuentra ahora mismo Kylian Mbappé. Cuando Mbappé llega al Mónaco tiene 16 años, su explosión internacional se produce con 18 y entonces da el salto al PSG, en el que lleva tres temporadas. El otro día, en una de sus memorables charlas, Mourinho le explicaba a Dele Alli, que él tenía 18 años hacía nada pero que pestañeó y ahora tiene 57. Mbappé ha pestañeado y ya tiene 21. Neymar ha pestañeado y ya tiene 28. Desde que Mbappé fichó por el PSG el Real Madrid ha ganado dos Champions, dos Mundiales de clubes, una Supercopa de Europa y dos Ligas. Cuando Mbappé vuelva a pestañear tendrá 25 años y ya no será aquella estrella emergente entorno a la cual se podía organizar una equipo campeón.

Si lo que busca Mbappé es amasar más dinero, su sitio es el PSG. O el City. En el City de Guardiola se convertirá en el futbolista más rico de todos los tiempos. Si, por contra, lo que busca Mbappé es pasar a la historia y poder convertirse en uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos, su sitio está en el Real Madrid. Cuando Cristiano dio el paso ya era dios en Manchester, llegó incluso a Madrid con una Copa de Europa bajo el brazo; de aquí se marchó con cinco Champions y con otros cinco Balones de Oro, veremos cuántas y cuántos consigue a partir de ahora en la Juve. Cuando, en esa escena tan conocida de El club de los poetas muertos, el señor Keating le dice a sus alumnos que aprovechen el momento, que cojan las rosas mientras puedan, y les suelta eso de "aunque ustedes no lo crean, llegará el día en el que todos los que estamos en esta sala dejaremos de respirar, nos enfriaremos y moriremos", les está pidiendo que aprovechen el momento. Carpe diem. Aprovecha el momento, Kylian. Haz que tu vida sea más extraordinaria aún de lo que ya lo es. Coge la rosa blanca mientras puedas, Mbappé. Cógela. No pestañees. Pasa a la historia del fútbol mundial.

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