La cumbre hispanofrancesa ha puesto de manifiesto, una vez más, la división y la esquizofrenia en la que vive el separatismo. Por un lado, porque la propia ERC ha querido estar en misa y repicando, participando con Pere Aragonés en la cumbre que ha reunido a los presidentes de Francia y España, Emmanuel Macron y Pedro Sánchez, además de varios ministros, y en la manifestación con el indultado Oriol Junqueras.
Por otro, porque en las filas del propio separatismo hay división total, por lo que la desangelada concentración contra la cumbre se ha convertido en un acto de repudio a ERC y a su máximo representante en la concentración, Oriol Junqueras. También los de la CUP han criticado el papel del presidente de la Generalidad, Pere Aragonès, y le han culpado de que los gobiernos de España y Francia se hayan citado en Barcelona.
Pese a que el líder republicano ha sacado pecho por los logros de su formación, como la reforma del Código Penal, y a que ha dejado claro que no es suficiente y que la intención de su partido es "avanzar hacia la amnistía", no ha podido evitar que otros separatistas participantes en la concentración hayan cargado contra él y su partido, con gritos de "traidor" y consignas a favor del huido Puigdemont. Junqueras ha abandonado la concentración nada más leerse el manifiesto y de cantar Els Segadors, momento en el que varios de los concentrados le han seguido hasta el coche silbándole y con gritos de "traidor", "botifler" y "Puigdemont, nuestro presidente", gritos que en menor medida profirieron durante la concentración.
Junqueras había acudido a la concentración escoltado por al menos dos agentes de Mossos d'Esquadra de paisano, que han estado a su lado mientras ha asistido a la protesta y ha hecho declaraciones a los periodistas. Cuando abandonaba la concentración, los mossos han caminado a su lado hasta el coche con el que ha llegado y se ha marchado de la concentración.