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¿Que votan a quién?

Me gustaría seguir el tema de los hispanos y el voto republicano que menciona don Pablo en su última entrada porque está relacionado con un fenómeno psicológico bastante entretenido: basta con preguntarle a un Demócrata fervoroso (como los que se presentan de voluntarios para la campaña de Obama, o como los profesores universitarios que utilizan el aula como púlpito) cómo puede ser que gran parte del voto hispano vaya a los republicanos, o incluso que vaya a Hillary en vez de a Barack, para que se conviertan en una sombra balbuciente y avergonzada. En serio, pruébenlo si tienen a algún Demócrata convencido a mano: no falla. El comportamiento electoral de los hispanos les rompe todos los esquemas.
¿Por qué? Porque los semi-intelectuales Demócratas siguen metidos en esa gran falacia intelectual (común a todas las izquierdas) del determinismo económico: un pobre es un pobre, y punto; y como tal votará al partido que mejor represente a los pobres. Un rico es un rico, y punto; y como tal, etc. Por eso, el hecho de que los hispanos, que por lo general ganan mucho menos que los blancos, se decanten en muchos sitios por el partido “de los ricos,” les resulta incomprensible. Tan incomprensible como que una minoría racial no vote por un candidato de otra minoría.
A la aturdida mente Demócrata se le presentan dos soluciones para resolver este enorme conflicto: una, que el factor socioeconómico no sea el único que influya a la hora de votar, esto es, que haya factores culturales (como la religión) que predominen por encima de los económicos y lleven a los hispanos a asociarse más con el voto conservador que con el demócrata. La segunda opción es que los Demócratas simplemente no representen las verdaderas preocupaciones de los pobres: que a los hispanos que se parten el lomo trabajando los turnos de medianoche de cadenas de fast-food o cortando el césped de los suburbios de clase media les cueste identificarse con esa élite demócrata que se nutre de médicos, abogados, profesores de universidad, empresarios y demás, que llena los suburbios de las ciudades americanas con sus casas de dos pisos y las universidades de élite con sus vástagos.
Ambas opciones, en la mayoría de los casos, resultan absolutamente irreconciliables tanto con el análisis histórico y sociológico de la intelectualidad Demócrata como con su (alta) opinión de sí mismos; y pocos de ellos están por la labor de renunciar a ambos paradigmas intelectuales, ni siquiera por unos cuantos millones de votos. Y así es que el Demócrata fervoroso, tras unos cuantos minutos de balbuceos y de frases que nunca logran llegar hasta el punto y seguido, acaba encogiéndose de hombros con gesto airado y sueltan el “I don’t know, but it’s weird.”
 
PD En nombre de los tres que hacemos este blog, quería expresar nuestras más sinceras condolencias a la familia y amigos de Isaías Carrasco. La democracia y el Estado de Derecho se han construido sobre personas como él: no mártires, sino gente que cree en la libertad; y no deben rendirse jamás.

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comentarios
1 agitprop, día

Tengo familia en USA (universitarios, judíos no practicantes y claro, progres a más no poder), y el verano pasado estaban más que seguros de la victoria de Hillary. A Obama lo consideraban flor de un día; casi no conseguí sacarles palabra sobre él. Espero ansioso a este verano para que me expliquen el fenómeno Obama, si es que llega tan lejos. Por lo demás, me hace gracia que Obama sea beneficiario de la "culpa blanca". Él, que no tiene un solo antepasado esclavo, como hijo de nigeriano y blanca. Habrá muchos blancos que tengan algún antepasado esclavo en las plantaciones del Sur, pero lo que es Obama, ni uno. Ironías de la vida.

2 Clausius, día

Al final los que resultan ser más conservadores y clasistas son los que aparentemente luchan contra eso. Y también en los Estados Unidos. Es una de las características comunes de la izquierda en todo el mundo, considerar que las personas con menos recursos les votarán por sistema y, cuando se dan cuenta de que no siempre es así, llegan a otra gran crisis de ideas. Los pobres sólo les interesan para obtener poder, realmente los odian y desprecian. Toda esa élite demócrata de la que hablas en tu artículo jamás viviría codo con codo con esos pobres a los que dicen defender. Les ofrecerán pequeñas migajas para que no dejen de ser pobres, para que no se les ocurra mejorar por ellos mismos y así no pierdan ese supuesto público. Pero eso sí, todo a varios kilómetros de distancia. Lo que pasa es que muchos de esos supuestos pobres comprenden perfectamente lo que pasa. Voy a poner un ejemplo. Una vez hablando con un amigo sobre algunos inmigrantes hispanoamericanos en España, él me comentó que conocía a una boliviana que trabajaba en una casa dedicándose a las tareas domésticas. Bien, esta mujer, todo lo humilde que te puedas imaginar, decía que ella no quería que la ayudaran, que se bastaba por ella misma. Lo único que quería es que la dejaran trabajar. Creo que es un ejemplo bastante bueno al respecto del tema de hoy.