La lúcida columna de nuestro no menos lúcido Carlos Semprún Maura es toda una denuncia sobre lo de Francia y los judíos, o los judíos y Francia, según como se mire.

Profesores que evitan hablar de los campos de exterminio nazis por la simple razón que muchos de sus alumnos consideran que éstos últimos son una invención sionista. Vergüenza debería dar a esos profesores hacer dejación semejante de su labor como profesionales de la Historia. Vergüenza debería dar al ministerio de educación francés por permitir semejantes atropellos en sus liceos. Vergüenza debería dar a la izquierda musulmanófila del país vecino seguir apoyando tan descaradamente una causa como la palestina, cuya cara es el niño muerto en Jenin y cuya cruz es la pobre bebé apaleado en el tren parisino.

En Francia el antisemitismo es como las huelgas de los camioneros, vuelve una y otra vez, y lo peor es que nadie parece darse por enterado.