Es cuando menos chocante que la hija de Fernando Huarte se rasgue las vestiduras denunciando en una carta al director de El País -a quién sino- que todo el "circo" en el que se ha visto envuelto su padre puede poner en riesgo su vida y la de su familia. Quizá Alejandra Huarte, que es como se llama la hija del concejal amigo de Benesmail, no se haya dado cuenta aún que ciertas amistades de su padre tienen un poco de anormal y un mucho de sospechoso, especialmente si se las pone frente a los trágicos acontecimientos del 11 de marzo. O quizá se ha dado perfecta cuenta de ello y prefiere hacerse la víctima de una conspiración por parte de la prensa, de la prensa que no se inclina a los dictados de Ferraz, se entiende. La táctica, por conocida y usada hasta la náusea por los que tienen algo que temer, es indicativa de la importancia que ha adquirido el caso de Huarte, Benesmail y sus vínculos con el CNI.

Es posible que ella no quiera saber más, o que lo sepa y prefiera dejarlo como está. Nosotros y millones de españoles que no hemos olvidado la matanza sí que queremos saber y conocer hasta la última coma de lo que pasó antes, durante y después de la tragedia.