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La garantía de nuestra victoria

Hace nueve años, en el aniversario de la Constitución, cuando este programa solo llevaba tres meses en antena, leí un editorial del que me gustaría recordarles algunos párrafos. Decía así:

Nos guste o no, los símbolos mueven el mundo. Porque los símbolos resumen y representan aquello que somos o que creemos, o permiten identificar el grupo del cual nos sentimos parte... Los símbolos tienen, además, la particularidad de que son extremadamente celosos. Cuando uno de ellos anida en el corazón de una persona, tiende indefectiblemente a expulsar del mismo a todos los demás símbolos competidores...Y eso lo saben perfectamente los nacionalistas. Ésa es la razón de que hayan puesto tanto empeño en expulsar la bandera española, el himno nacional o el propio nombre de España de todos los ámbitos de la vida pública.

El predominio en el terreno simbólico no garantiza la victoria en las urnas o en el terreno de las ideas, pero aquellas ideologías a las que se consiga castrar simbólicamente, se verán obligadas a competir en inferioridad de condiciones, porque no podrán contar con la emoción como ayuda o complemento de los argumentos racionales.

A lo largo de estos treinta años de democracia, hemos ido consintiendo, una vez tras otra, que los símbolos que representan a España fueran arrinconados. Hemos consentido, por ejemplo, que la bandera y el himno nacionales quedaran relegados a los actos oficiales y a los desfiles...Nos han enseñado a esconder los símbolos que nos representan, a avergonzarnos de ellos.

Si nos han ido derrotando en la batalla constitucional, si han conseguido acabar con la Constitución española, es precisamente porque antes les hemos dejado derrotarnos en el terreno simbólico. Les hemos concedido todas las victorias en ese terreno, sin tan siquiera resistirnos.

Si los que creemos en la libertad y la igualdad de todos los españoles queremos volver a tomar la iniciativa en el terreno político, tenemos que comenzar por plantear la batalla de los símbolos. De otro modo, los defensores del totalitarismo etnicista tendrán media guerra ganada. Les invito, por tanto, a que aprovechen cualquier oportunidad para recuperar el terreno que hemos permitido que nos arrebataran a lo largo de estos treinta años. Les invito, por ejemplo, a que no utilicen ustedes la palabra Estado para referirse a España. Aprendan a utilizar de nuevo la palabra Nación. Les invito a que procuren emplear el himno español de forma cotidiana y natural. Y les invito, por supuesto, a que hagan lo que puedan por normalizar el uso de la bandera española.

Por ejemplo, hoy. Al igual que en otros países es costumbre poner en el balcón una bandera en casi todas las celebraciones, hoy es un buen día, en el aniversario de la Constitución, para poner en el balcón una bandera de España, así que les invito a que lo hagan.

Porque cada vez que desperdiciamos una oportunidad de utilizar nuestros símbolos, otorgamos una nueva victoria a aquéllos que no quieren otra cosa que destruir esos símbolos y todo lo que esos símbolos representan.

Así animaba yo hace nueve años a normalizar el uso de nuestros símbolos nacionales. Lo que no me podía esperar es que al final fueran a ser los separatistas los que nos echaran una mano, convenciendo a los españoles, con su desafío, de que por fin había llegado la hora de sacar la bandera al balcón y a la calle.

Ayer, Día de la Hispanidad, Barcelona se llenó otra vez de banderas españolas, que se han convertido ya en un símbolo de la resistencia frente al totalitarismo etnicista. Y el himno nacional volvió a sonar en las calles de una Barcelona abarrotada. Y las banderas españolas adornaban ayer muchos balcones, en casi todos los pueblos y ciudades de nuestra nación.

Al final, tendremos que dar las gracias a todos los Artur Mas, Oriol Junqueras, Carles Puigdemont, Quim Torra, Gabriel Rufián, Pilar Rahola y demás separatistas, que han logrado, con sus ataques a España y a la Constitución, que los españoles recuperen por fin sus símbolos, como medio de autodefensa.

No hay mal que por bien no venga, se suele decir. Y en este caso concreto, así es: gracias al desafío separatista, España es hoy un poco más fuerte. Aunque solo sea porque ha recuperado la protección simbólica que nuestra clase política se había empeñado en arrebatarle.

Ahora que los hemos recuperado, no renuncien Vds. nunca a esos símbolos. Porque son la garantía de nuestra victoria.

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