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Pedro Sánchez y los trogloditas

Muchas cuevas de todo el mundo albergan animales que viven en ellas de forma permanente. Esos animales reciben el nombre de troglobios. Colectivamente, componen lo que se llama la fauna troglodita, en la que encontramos insectos, arácnidos, crustáceos, serpientes, salamandras o caracoles.

Esos animales han evolucionado a lo largo de los milenios, para adaptarse a las constantes condiciones de oscuridad. Así, muchos de ellos han perdido completamente la visión: ¿para qué molestarse en desarrollar unos ojos que para nada van a servir? Sería un estúpido gasto de energía y de recursos.

En lugar de la vista, usan otros sentidos, más desarrollados, para orientarse en la cueva y buscar su alimento. La salamandra ciega de Texas, el cangrejo ciego de Lanzarote o la sardina ciega de México constituyen ejemplos de estos animales que fueron perdiendo, paulatinamente, generación tras generación, sus ojos inútiles.

Viven en su mundo, atrapados en su cueva natal. No saben que hay todo un planeta lleno de vida, más allá de ese entorno familiar del que nunca podrán salir. Cuando se los ilumina con una linterna, no reaccionan: no tienen con qué detectar una luz que ni siquiera saben que existe.

Esta semana hemos visto a uno de esos troglobios, Pedro Sánchez, intentar una tímida excursión fuera de esa cueva en que el Partido Socialista se convirtió hace ya muchos milenios. Alarmados por la rápida reducción en el número de congéneres, por la cada vez mayor escasez de recursos y por los rumores de que especies competidoras están conquistando la tierra, los políticos socialistas nominaron al más incauto y lo enviaron a explorar el mundo que se extiende más allá de la entrada de la cueva.

Pero la excursión ha sido un desastre. A los asesores de don Pedro no se les ocurrió otra cosa que mandar al asesorado a hacer una tournee por los platós televisivos, donde ha protagonizado una aparición estelar en un programa del corazón y en otro de variedades.

Es verdad que nada impide a un político aparecer en esos programas, pero ese tipo de apariciones se reservan, en todas partes, para cuando uno se puede permitir jugar a ser intrascendente. Aparecer en ese tipo de programas cuando España y los españoles afrontan una situación calamitosa, resulta contraproducente, porque traslada la imagen de que a uno no le importa tratar de manera superficial y frívola lo que son problemas graves. O peor aún, puede trasladar la imagen de que el político no es consciente de la gravedad de esos problemas.

"Llamé a Sálvame porque hay que estar donde están los ciudadanos", aclaró Pedro Sánchez al día siguiente. El solo hecho de que se viera forzado a dar explicaciones ya indica que la experiencia es percibida como un patinazo. Pero es que, además, la explicación es todavía más torpe que la aparición original. Puestos a ir donde están los ciudadanos, el programa Sálvame tiene una audiencia de 2 millones de personas; las colas del paro, don Pedro, albergan a 5 millones de españoles. Puestos a estar donde están los ciudadanos, más le valiera a Vd dedicar su valioso tiempo a cosas que redundaran en beneficio de tantos españoles que, ni tienen trabajo, ni tampoco esperanza de encontrarlo en un próximo futuro.

Es vd frívolo, don Pedro. Puestos a darse a conocer, sería más rápido salir corriendo en pelota por mitad de la Gran Vía madrileña, con un cartel que dijera "¡Quiero una oportunidad!", como el que exhibía aquel famoso aspirante a torero, El Platanito. Haga usted eso, don Pedro, y le conocerá toda España en dos minutos. Pero eso no quiere decir que vaya usted a ganar ningún voto con ello. Al igual que tampoco ha ganado ningún voto demostrando que, para Vd, la política es tan solo cuestión de imagen y espectáculo.

Pero la culpa de sus frivolidades no la tiene usted. En realidad, no hay nada que pueda hacer al respecto, porque están ustedes, los militantes socialistas, irremediablemente ciegos. Llevan tanto tiempo en su cueva, alejados de los simples mortales, que tienen atrofiada la capacidad de percibir el sufrimiento ajeno, las ajenas emociones. Lo demostró Beatriz Talegón, a quien casi linchan cuando se le ocurrió la feliz idea de tratar de hacerse la foto en una manifestación del 15-M. Lo ha vuelto a demostrar usted, dedicándose a fingir indignación por el Toro de la Vega con Jorge Javier Vázquez, mientras hay personas que acuden a diario a los comedores sociales y viven de la caridad.

Y la suya no es una ceguera parcial. La perfecta incapacidad de los socialistas para percibir el mundo que les rodea no se limita a las técnicas de marketing que usan, sino que toca también a la propia acción política. Ayer, sin ir más lejos, su partido, don Pedro, volvió a aliarse con los separatistas de CiU y ERC contra España y contra todos los catalanes no nacionalistas, votando a favor de la Ley de Consultas con la que Artur Mas quiere dar una apariencia de legalidad a un referéndum manifiestamente ilegal.

Están ustedes noqueados. Ni pueden limpiar el partido de corrupción, ni quieren ponerlo al servicio de España, ni saben cómo llegar al corazón del votante.

Pero no se preocupe, don Pedro: fuera de la cueva hay especies políticas que no están aquejadas de ceguera, y que irán ocupando cada uno de los nichos ecológicos que ustedes dejaron desiertos hace ya tanto tiempo. Y para cuando quieran ustedes darse cuenta de que la partida está perdida, la era de la extinción estará ya llamando a la puerta de su último refugio.

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