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Hamilton tensa la cuerda en Mercedes

Después de la tempestad vivida en Mercedes tras el último gran premio celebrado en Bélgica, parece que las aguas se han calmado algo en el garaje de las estrellas plateadas. La guerra entre sus dos pilotos, sin embargo, sigue abierta. Esta vez fue Hamilton el que se anotó la victoria pese a su nefasta salida, y gracias a los fallos de su compañero de equipo Rosberg, que fue segundo en Monza.

El nerviosismo se dejó sentir en el ritmo de carrera del piloto alemán, que corre con la seguridad de que la regularidad es su mejor aliado para proclamarse campeón del mundo. La regularidad y la última carrera -este año en la última cita de la temporada se repartan el doble de puntos- hace que las distancias sean relativas.

Dice Mercedes que dejará a Rosberg y Hamilton luchar en igualdad de condiciones, pese a que casi todo el mundo percibe cierta simpatía del equipo hacia el piloto local, Rosberg. Incluso Mercedes ha llegado a decir que, de no cambiar la relación entre los dos pilotos, no descartan despedir a alguno de ellos, no renovarles pese al perjuicio de rendimiento que pudieran sufrir. Lío entre las bambalinas de Mercedes que, todo hay que decirlo, ha animado el Mundial. Será de ellos, aunque ya veremos el coste de ganar de nuevo el título. Con Red Bull descartado y con Ferrari medio muerto, en Mercedes dependen de sí mismos y ellos son su mayor enemigo.

Parece algo severa la afirmación de la defunción del Cavallino Rampante, pero la retirada de Fernando Alonso -en el gran premio de la marca por antonomasia- por un problema eléctrico en el sistema de alta tensión deja en evidencia, una vez más, los agujeros en el proyecto de Ferrari, que no ha acertado ni en el motor, ni en el chasis, ni en el desarrollo de estas dos vertientes.

Un gran premio, el de Italia, que, más allá de la morbosa lucha entre Hamilton y Rosberg, estuvo animado por los adelantamientos del finlandés de Williams, Valtteri Bottas, y los dos coches de McLaren. Las largas rectas del circuito italiano, que bien le han valido el título de Catedral de la velocidad, han hecho las delicias de las escuderías que montan propulsor Mercedes. De hecho, los tres pilotos que coparon el podio, Rosberg, Hamilton y Massa, conducen propulsor Mercedes y ni Red Bull, que había conseguido acercarse en los últimos grandes premios y mucho menos Ferrari, han podido ni acercarse a la ingeniería alemana.

La cuenta atrás se ha activado y las apuestas están divididas. La razón dice que ganará Rosberg y los corazones, la mayoría de ellos apuestan por Hamilton.

Monza ha vuelto a equilibrar la balanza entre los dos pilotos de Mercedes y ha trasladado la tempestad a Ferrari, abochornada con el resultado y el rendimiento de sus dos monoplazas.

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