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Falla la premisa

A estas horas aún no ha salido ningún socialista relevante a desmentir las declaraciones de Joseba Eguíbar, quien ha llegado a dudar respecto al PSE y sus contactos con Batasuna “si alguna vez ha dejado de tenerlos”. Sólo el portavoz del grupo socialista en el Parlamento vasco, Óscar Rodríguez, ha pedido cortésmente al dirigente jeltzale que deje de “pretender enredar con la lucha antiterrorista”, y contrasta esta tibieza con la algarada que montan los socialistas y sus “compañeros de viaje” en la prensa adicta cada vez que Mayor Oreja u otros expresan sus dudas al respecto con no mayor contundencia que la de Eguíbar, pero debe tratarse del talante de Rodríguez Zapatero que ha impregnado todo su partido: “Fuerte con los débiles, débil con los fuertes”. Puede que tenga que ver además con las buenas relaciones entre el Gobierno socialista y el PNV, al que necesita como agua para sacar los Presupuestos como ha venido ocurriendo también en los últimos años, como contrapartida además del apoyo solícito del PSE a los designios de Ibarretxe cuando éste era aún lehendakari.

De hecho, Eguíbar señala esta coincidencia en la estrategia frente a ETA de PNV y PSE cuando recuerda que “no hace tanto tiempo, el anterior lehendakari Ibarretxe y el propio Patxi López y también Ares fueron sentados en el banquillo, acusados por haber practicado el diálogo”, o más bien acusados de vulnerar públicamente la Ley de Partidos para sentarse con los portavoces oficiosos de ETA-Batasuna. Tiene razón asimismo cuando denuncia que “el Partido Socialista pretende proyectar la idea de que cuando ellos dialogan, el diálogo es ético, democrático y eficaz, y cuando ellos no lo hacen, al menos públicamente, el resto parece que quedan demonizados o satanizados y no se entiende”. Y tiene razón porque no hace tanto que el PSE en bloque avalaba “la vía Txusito” de la que los mismos terroristas se congratulan, porque no ha pasado un día en la vida de Jesús Eguiguren en que no haya dado a entender que sigue manteniendo contactos con “ese mundo” de la organización criminal ETA.

Por lo demás, las declaraciones de Eguíbar vuelven a incidir en lo de siempre, al considerar que “conocer de primera mano ese tipo de posiciones es no solamente necesario”, sino que, “democráticamente incluso puede ser una cuestión a promocionar e impulsar, porque todos estamos ansiando y diseñando desde la política la desaparición definitiva de la violencia”, y añade que “no tiene mayor secreto y el PNV mantiene esas relaciones y las seguirá manteniendo en el futuro”. Esto es, que el PNV anuncia públicamente que seguirá haciendo de la Ley un sayo, en ésta como en otras cuestiones, digan lo que digan los tribunales y la misma Ley de Partidos. Porque para los nacionalistas, que fingen desconocer ingenuamente el “tipo de posiciones” de los terroristas, ETA-Batasuna no es una organización criminal, sino “la Izquierda” a la que, de cuando en cuando, se le va la mano; y además, comparten proyecto y espacios de influencia, razón por la cual se hace necesario que primero triunfe el proyecto excluyente diseñado en el Pacto de Estella para que, luego, tal vez, ETA pueda desaparecer.

En consecuencia, falla la premisa para cualquier tipo de lucha antiterrorista, pero ahora ya no se trata tan sólo del PNV y el resto de los partidos abertzales. También falla en el caso de un Partido Socialista empeñado en equiparar a víctimas y criminales con la excusa propagandística de “la Paz”, porque han desistido de la derrota de ETA porque tampoco piensan en la banda terrorista como crimen organizado sino como expresión violenta del “conflicto político vasco”. Por ello defienden y seguirán defendiendo “la solución dialogada” mientras el ministro del Interior Alfredo Pérez Rubalcaba busca jugar al despiste con la política penitenciaria. Los ayuntamientos controlados por ANV-ETA son una prueba fehaciente de lo que digo desde hace ya tres años, porque pudiendo expulsar a los colaboradores necesarios de los terroristas, por razones electorales y por la premisa antedicha de brindar una nueva oportunidad política a los criminales, nada se ha hecho desde el Gobierno central y el mismo PSE votó en contra de una iniciativa parlamentaria en tal sentido.

Ni PNV ni PSE quieren acabar con ETA a través del Estado de Derecho. Lo que desean ambos es reintegrarla en el juego político democrático “como sea”, porque ambos partidos consideran que, en el fondo, son de los suyos (“de Izquierda” o “abertzales”) y así es evidente que nunca se podrá hacer Justicia a las víctimas ni debilitar hasta la extinción a ETA. A fin de cuentas, con la mayoría del Parlamento vasco y del mismo Congreso dispuesta a hacer tabula rasa de los crímenes etarras a cambio de un abandono, por lo menos aparente, del terrorismo, ¿cómo van a arrepentirse de sus acciones, cómo van a considerar fracasada su estrategia, cómo van a pensar que no hay otra salida para ellos que la cárcel?

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