Los Demócratas saben que, mientras escogen entre una candidata con fama de mentirosa y un candidato que es reconocido como buen orador pero que nunca trabajó en el sector privado y cuya carrera política es breve y ausente de logros, deben enfrentarse a un político veterano, héroe de guerra, con fama de conciliador, moderado y honesto. Uno de los problemas de John McCain entre los más conservadores, precisamente, es que le cae muy bien a muchos Demócratas e, inclusive, a algunos progres.

La carrera política de McCain se remonta a cinco lustros, en los que se desempeñó como congresista y senador. Si bien originalmente era considerado como un representante del ala más conservadora del partido, sus posturas pragmáticas y su afán conciliador le generaron fama de moderado e independiente. En el ultimo par de años, fue organizador y miembro del pacto de catorce senadores (siete Demócratas y siete Republicanos) que logró destrabar el proceso legislativo en el Senado, en el que la oposición goza de una mayoría mínima y estaba bloqueando todas las propuestas del ejecutivo. En una elección en la que el gobierno del Republicano George W. Bush está en uno de sus puntos más bajos de popularidad, haber escogido a un Republicano con fama de independiente ha sido posiblemente una de las movidas más astutas del oficialismo en lo que hace a sus chances por mantenerse en el poder.

¿Qué hacer para ganarle a un héroe de Vietnam, considerado uno de los pocos políticos con principios y contra quien no hay realmente nada terriblemente malo que decir? ¿Cómo derrotar a un Republicano a quien la mala imagen actual de su partido no parece afectarle y que cuenta con la simpatía de la mayoría del electorado? Los Demócratas parecen haberse puesto de acuerdo en una estrategia: presentar a McCain como otro “loco de Vietnam”.

Los golpes bajos ya han empezado a sentirse desde distintas direcciones. Ya sea mediante la tan difundida foto en la que se ve a McCain con “cara de furia”, seguramente tomada en un segundo de un discurso, o en las supuestas “revelaciones” acerca de la vez en que tuvo un encontronazo violento con otro congresista Republicano (el cual, casualmente, hoy es buen amigo suyo), o en los comentarios de diversos políticos acerca de la supuesta agresividad patológica de McCain. Inclusive, un libro de reciente lanzamiento “da a conocer” un incidente en el que McCain supuestamente llamó “golfa” a su mujer delante de sus colaboradores cuando ésta le dijo que se estaba quedando calvo.

¿Servirán para algo estos ataques? Los Demócratas ciertamente esperan lograr desprestigiar a McCain lo suficiente como para disminuir la brecha entre su prestigio y el de sus dos potenciales candidatos. Seguramente veremos comerciales en la televisión tratando de empañar la reputación del Senador, refiriéndose a un escándalo financiero de comienzos de los años ochenta e, inclusive, tratando de manchar el historial militar de McCain.

Uno de los intentos más recientes y grotescos de hacer esto último provino del Senador John D. Rockefeller, Demócrata de West Virginia y allegado a Barack Obama, que en una entrevista con un periódico de su estado afirmó lo siguiente: “McCain era un piloto de guerra que arrojó misiles con guía láser desde 35.000 pies de altura. Él ya se había marchado cuando los misiles cayeron, pero ¿qúe sucedió cuando éstos tocaron tierra? Él no lo sabe. Uno debe preocuparse por las vidas de los inocentes, pero McCain nunca habla de ello”.

En este caso, le salió el tiro por la culata a Rockefeller, quien tuvo que disculparse inmediatamente, luego de admitir que los misiles con guía láser no existían en aquella época. Si McCain participó de bombardeos, lo hizo en su capacidad de piloto de guerra y la referencia de Rockefeller es un insulto no solo para McCain, sino para todos los pilotos de guerra que sirvieron a su país. Además, algo que no mencionó el senador obamita es que McCain era prisionero de guerra en Hanoi cuando los aviones norteamericanos bombardearon la ciudad, bajo órdenes de su padre, el almirante McCain, que sabía que sus órdenes ponían en peligro también la vida de su propio hijo.

Es precisamente el heroísmo de McCain, que fue prisionero del Vietcong durante cinco años, lo que los Demócratas quieren utilizar en su contra: sugiriendo, como de a lugar, que volvió "hecho un loco más de Vietnam". Aunque la evidencia al respecto tenga que ser fabricada.