"¿Qué nos han hecho a los socialistas los votantes vascos del PP para que su representante política merezca menos cortesía, en el fondo y en la forma, que la que le brindaste a esas tres mujeres de EHAK, que, según confesión propia serán la voz de los cómplices de ETA en el Parlamento Vasco?" Se preguntaban ayer desconsolados Rosa Díez, Fernando Savater, Maite Pagaza, Estíbaliz Garmendía, Mikel Iriondo y Nicolás Gutiérrez en una carta abierta que remitieron a los medios de comunicación.

Lo cierto es que lo único que María San Gil y los votantes del PP en el País Vasco han hecho a los socialistas es compartir escoltas, sufrimientos y funerales con ellos. Así de crudo. Patxi López, el mismo que se avergonzaba de su apellido en la propaganda electoral, no parece sin embargo de la misma opinión. Sigue arrimándose inexplcablemente a los que, en Estella, certificaron el fin de un País Vasco en el que cabían todos. O quizá no tan inexplicablemente, porque la estrategia socialista en el País Vasco hace tiempo que dejó de trazarse desde Vitoria. Si hoy muchos socialistas vascos se sienten, con razón, desamparados, que pidan explicaciones un poco más al sur; en la ribera del Manzanares... o en la del Llobregat.