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Una propuesta de reforma electoral: la segunda vuelta instantánea

Como saben Vds., andan los partidos discutiendo, no sé si en serio o como mera cortina de humo, la posibilidad de modificar la ley electoral, para tratar de mejorar la proporcionalidad. Es decir, para tratar de que el porcentaje de escaños que obtenga cada partido se corresponda más fielmente con el porcentaje de votos que hubiera logrado.

En realidad, la propuesta realizada por Podemos no cambia nada sustancialmente. Sustituir un algoritmo matemático de reparto de escaños (el sistema D’Hondt) por otro algoritmo distinto (el sistema Sainte-Laguë) solo sirve para primar un poco a los partidos pequeños a expensas de los grandes, pero no resuelve el problema de la proporcionalidad.

Dependiendo de los repartos de votos en cada circunscripción, todos los algoritmos de reparto simple de escaños pueden dar lugar a situaciones injustas. D’Hondt, por ejemplo, puede dar mayoría absoluta de escaños a quien no la tiene en votos, pero es que Sainte-Laguë puede quitar la mayoría absolutas de escaños a quien tenga más de la mitad de los votos.

Si queremos aumentar verdaderamente la proporcionalidad, existirían varias formas:

1) Una sería instaurar una única circunscripción de ámbito nacional, como sucede en las elecciones europeas. Las elecciones europeas son las más proporcionales porque la lista única a nivel nacional garantiza que los partidos no pierdan los restos entre 50 circunscripciones provinciales.

2) Una segunda manera sería elegir los diputados como hasta ahora, pero cambiar el modo de votar en el Congreso. Todos los diputados electos trabajarían en la actividad legislativa, pero a la hora de votar solo votaría el portavoz de cada partido, y su voto valdría tanto como el número de sufragios que ese partido hubiera obtenido en las urnas. Con esta solución, se conseguiría una proporcionalidad perfecta,

El problema es que ambas soluciones requerirían, entiendo, una reforma constitucional.

De todas las maneras, déjenme que les pregunte: ¿es la falta de proporcionalidad el principal problema de nuestro sistema electoral? Porque habría otras posibles reformas que a lo mejor deberíamos contemplar. Por ejemplo, ¿qué tal si implantamos un sistema con circunscripciones uninominales, al estilo inglés? Se trata del sistema más anti-proporcional que existe, pero favorece la formación de mayorías estables y, sobre todo, permitiría cargarse la partitocracia, la dictadura interna de los partidos, porque cada diputado tiene que trabajarse personalmente a su grupo de electores. Aunque, de nuevo, esta reforma requeriría un cambio en la Constitución.

Más propuestas: podríamos hacer algo por mejorar el control que los ciudadanos tenemos sobre la clase política. Actualmente, los partidos nos piden el voto, obtienen de nosotros un mandato de 4 años y luego hacen lo que quieren durante esos cuatro años, incumpliendo todas las promesas de campaña como les viene en gana. Es decir, en un mundo donde podemos romper a voluntad los contratos matrimoniales o laborales, resulta que no podemos romper ese contrato de 4 años con un político, incluso aunque el político nos engañe de forma clamorosa. ¿Por qué? Estamos en el siglo XXI y no hay obstáculos técnicos para implantar una solución que permita a los ciudadanos retirar el voto a un partido en cualquier momento para pasárselo a otro. ¿Por qué tenemos que esperar cuatro años para castigar a los mentirosos? Aunque, de nuevo, también haría falta reformar la Constitución para hacer esto.

¿Hay algo que podamos hacer para mejorar el sistema electoral sin tocar la Constitución (además de cambiar el algoritmo de reparto de escaños, que en realidad no soluciona nada)? Pues creo que sí. Existe una posible reforma que cabría dentro de nuestro ordenamiento constitucional y que tendría profundos efectos en nuestro sistema: implantar el voto único transferible.

El voto único transferible (también llamado segunda vuelta instantánea) es un sistema que se utiliza en países como Irlanda o Australia y en el que el elector puede votar a un único partido en su circunscripción (como sucede hasta ahora), pero puede añadir también, si quiere, una segunda opción. Existen distintas variantes, pero la más simple sería la siguiente: si el partido que un votante ha elegido no obtiene escaño por no tener un número suficiente de votos, en la actualidad ese voto se pierde; con el sistema de segunda vuelta instantánea, lo que se haría es transferir el voto de ese ciudadano a la segunda opción que haya elegido, de manera que el voto no se pierde.

¿Qué efecto tendría esto? Pues uno muy profundo: haría desaparecer casi por completo el fenómeno del voto útil. Imaginen que a Vds. les gusta un partido, pero no saben si obtendrá representación o no. Actualmente, mucha gente opta por votar a otro partido que les gusta menos, pero que tiene más opciones, por tratarse de un partido más grande. Con el sistema de segunda vuelta instantánea, usted podría votar por el partido que más le gusta y poner como segunda opción a ese otro partido más grande. ¿Que el partido de sus amores no obtiene escaño? Pues no pasa nada, porque su voto va a ese otro partido que ha elegido como segunda opción. Con un sistema como este, se facilitaría la aparición de nuevos partidos y la entrada de esos nuevos partidos en el Parlamento.

No soy un experto jurista, pero entiendo que no hay nada en la Constitución que prohíba este sistema. Y con él acabaríamos con la dictadura de las cúpulas internas de los partidos, porque al eliminar el fenómeno del voto útil, los partidos se verían compelidos a responder mejor y más rápidamente a las demandas de sus votantes. En la actualidad, los partidos ignoran a sus votantes, porque saben que el voto útil les protege frente a la irrupción o ascenso de otras alternativas.

Así pues, ahí va mi propuesta para Ciudadanos y Podemos: ¿quieren ustedes mejorar el sistema electoral sin tocar la Constitución? Pues implanten el mecanismo de segunda vuelta instantánea. Con eso nos darían a los electores un control mucho mayor sobre la vida política.

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