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Periodismo, teorías y travestismo

Muy buena la columna de Federico Jiménez Los Santos en “Diario 16”. Totalmente profética. Me encantaría disponer de más tiempo y enclaustrarme en la Hemeroteca Nacional a devorar páginas y páginas de nuestra más reciente historia, pero no voy a ser ingenuo ni mentiroso conmigo mismo ya que lo de acudir un par de días a la biblioteca hace mucho que no me lo puedo permitir. Sí es cierto que abusé de este hábito en mi vida de estudiante. Me encantaba pasar los días metido allí y sobre todo me resultaba más tentador hacerme amigo de los celadores que manejaban los tomos de los archivos de revistas y periódicos, que quedarme con los compañeros de universidad en la cafetería cotilleando acerca de los modelos horrorosos que llevaban los pseudos-hippies del resto de nuestros compañeros de facultad.
Desconozco qué se les pasará por la cabeza a la gente que decide estudiar periodismo en la actualidad. Cuando me gradué, allá por 1997, he de decirte que no me sentía identificado con nadie, a excepción de cuatro marcianos (los amigos que hice) que nos sentíamos (y nos hacían sentir) en tierra de nadie. Pero nosotros a lo nuestro.
Existía entonces mucha pose. Por una lado, estaban los que pretendían cambiar el mundo enfrascándose en teorías absurdas y nada prácticas en las que se refugiaban , al fin y al cabo, pienso, para no dar palo al agua.
Luego estaban aquellos que seguían la estela de “periodista estrella” con la ambición de llegar a ser lo más mediático posible, pero de forma “seria y prestigiosa” . Qué pereza!.
No me olvido de los otros que consideraban que el estar cinco años estudiando materia periodística (que se repetía curso tras curso) ya les hacía valedores de un pasaporte seguro a un gran trabajo, eso sí, muy bien remunerado. Bendita ingenuidad.
Una vez más, no encajaba en ninguno de estos tres perfiles. Siempre fui más práctico, y gracias a Dios, siempre lo tuve más claro.
Si no me movía ahí no había nada que hacer; al menos para lo que yo buscaba: publicar reportajes y entrevistas de todos los temas y personajes que me interesaban. Además todo ello me permitía aumentar conocimientos de mi incipiente cultura general y descubrir a nuevos personajes que pasarían a presidir mi altar de ídolos. Y eso es lo que hice durante más de cinco años. Y me encantó. Disfruté mucho ejerciendo de periodista free-lance en ese período, pero mi naturaleza polifacética me hizo ir por otros derroteros según iba cumpliendo años y propósitos. Es decir, que sentí que ya había hecho todo lo que perseguía en el mundo del periodismo. Es algo que me pasa constantemente. Me explico: El cumplir tus metas a una temprana edad te permite ir descubriendo otras por las que te obsesionas y no paras de luchar hasta verlas cumplidas. Aunque también pienso que todas son recurrentes. Sin ir más lejos, en la actualidad me encuentro haciendo entrevistas a personajes que formaron parte del universo Costus. Entrevistas que ocuparán páginas de un libro sobre la vida y arte de estos dos grandes pintores a los que tuviste la suerte de conocer.

Estoy absolutamente de acuerdo contigo en todos los planteamientos de tu última colaboración en este blog. Aunque hay un tema por el que discutimos hasta la saciedad:
¿Cómo te puede gustar Miguel Ángel Silvestre y estar casada con servidor?.
Admites tener un amplio espectro en hombres que te atraen y te gustan; desde esqueléticos fibrosos a gorditos con elevado colesterol. Pero creo que te mientes a ti misma al declarar esto. No quiero desdecirte, pero cada día que pasa tengo más claro que te mueves en el plano de la teoría ideal de “me-gustan-todo-tipo-de -hombres”. A día de hoy todos los hombres de tu vida (al menos lo que yo conozco o de los que me has hablado) no han sobrepasado los setenta kilos de peso. Y eso dice mucho. Otra cosa es que por concepto te atraigan tipos más musculosos o aberraciones genéticas como el jorobado de Rótterdam. Muchas veces nos gustan personas por su forma de ser, su simpatía, incluso su antipatía, virtudes o defectos y todo ello lo sublevamos hasta el punto de creernos que nos atraen físicamente.
Así es como lo veo yo. Me gustan mujeres que nada tiene que ver contigo: Kilye Minogue, Merche, Eva González, Vicky Martín Berrocal o Bibiana Fernández, pero, ¿tendría algo con ellas?. En mi fantasía pura y dura claro que sí, aunque llegado el momento no sé si lo haría. Claro que eso no me pasa si estamos hablando de Silvia Superstar o Pamela Anderson. ¿Entiendes lo que quiero decir?. Todos tenemos un prototipo de “animal de compañía” que a la hora de la verdad impera por encima de otros excluyendo al resto.
A mí me pasa con las travestis. Veo a Amanda Lepore y observo a una mujer cañón y no paro de decir lo impresionante que es, o incluso cuando veo fotos del sex-symbol Joe Dallesandro intuyo en mi una cierta tendencia bisexual, pero que al final no es más que teórica. En un plano ideal sería total sentirme atraído por todo tipo de personas, pero al final de todo llego a la conclusión que solo me gustan las mujeres de estatura media, con gran perímetro pectoral, cinturita y muy entradas en la treintena.

En la teoría todo está permitido, pero la práctica es muy distinta…¿no crees?

Hoy volamos a Turín donde te dan un homenaje por tu carrera dentro del Festival de Cine de gays, lesbianas y transexuales. A estos últimos los considero los grandes triunfadores de la última década al haber conseguido que su sentido de la estética se imponga a nivel masivo. Desde hace un tiempo todas las grandes señoras de la aristocracia de cualquier parte del mundo parecen auténticas travestis. Los pómulos, los labios, el aumento de pecho a golpes de silicona y el despropósito a la hora de vestir lo han adoptado como algo fundamental para verse guapas y gustar a sus maridos. Ese “sinsentido” de la estética que hasta entonces solo era patrimonio exclusivo de un sector marginado ha triunfado y todas las “mujeres de verdad, biológicamente hablando” no paran de acudir a consultas de cirujanos plásticos con fotos de muchas de mis ídolas. Casos de este tipo es lo que nosotros, y nuestro círculo de amigos, llamamos “venganzas”. Esa teoría que tienes al respecto sí que la comparto contigo. ¿por qué no la explicas al resto de los mortales?.

Vamos a usar este espacio para comunicarnos, dejarnos recados, enseñarnos las fotos y noticias que descubrimos... para contarnos todas esas cosas que no nos da tiempo a comentar en el día a día. Esto es, en definitiva, un blog cerrado al que sólo tenemos acceso nosotros dos, una extensión de nuestra vida

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