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Las puertitas del señor Simeone

Cerezo, Simeone y Gil Marín
Cerezo, Simeone y Gil Marín | Agencias

Cuando a un equipo le dices que ha cumplido acabando entre los tres primeros de la Liga... termina tercero. Es algo psicológico, no tiene que ver con lo futbolístico. Es, como diría Valdano, un estado de ánimo. El estado de ánimo de un equipo de fútbol lo define su entrenador y, en el caso concreto del Atlético de Madrid, que hoy sigue siendo el líder del campeonato a expensas de lo que haga el Barcelona ante el Granada el jueves que viene, este papel lo desempeña desde hace nueve años Diego Pablo Simeone. Es curioso porque el técnico argentino es un entrenador muy pasional durante los noventa minutos del partido, no para quieto; ayer, sin ir más lejos, celebró el gol del empate ante el Athletic como si de la primera Champions colchonera se tratara. Pero tanto antes como después, el Cholo transmite un mensaje mediocre y perdedor. Lo volvió a hacer este domingo, por supuesto, pero es que ahora ya tiene a los lobos en el cogote, aunque el problema es que lo hacía también cuando el equipo sacaba doce puntos de ventaja a Barcelona y Real Madrid y cuando, el 7 de febrero, aventajaba en diez a los dos transatlánticos del fútbol español y europeo. En vez de transmitir un mensaje ilusionante, uno que transportara a sus aficionados a Neptuno, Simeone se apagaba en cuanto se ponía delante del micrófono y volvía a soltar eso tan insípido del "partido a partido".

¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? ¿Fue primero el mensaje mediocre y ramplón de Simeone o Simeone habla así porque los propietarios del club, con Miguel Ángel Gil a la cabeza, insisten en que quedar entre los tres primeros es un exitazo? Pues no lo sé muy bien, la verdad, pero el hecho es que ayer el entrenador del Barcelona decía claramente que ellos iban a por la Liga y Ocampos, futbolista del Sevilla, lanzaba exactamente el mismo mensaje, uno ilusionante. El del Atleti es un mensaje perdedor. A Simeone, como a muchos, le estorba atender a los periodistas. No le queda otra, no tiene más remedio, pero él va a rastras a la sala de prensa. No pretende hablar de fútbol porque, en su fuero interno, piensa que no tenemos ni puñetera idea, y eso es cierto. Y, para pegarnos un gran capotazo, se inventa puertitas de salida, como hacía el señor López, el personaje de los inigualables Trillo y Altuna. El &partido a partido& es una puertita de salida para Simeone y últimamente se ha inventado otra que consiste en repetir machaconamente que la culpa la tiene él por no haber preparado bien el partido. Y yo me pregunto, ¿y por qué no lo prepara bien? ¿Qué se lo impide? Ha tenido más tiempo de descanso que los entrenadores de Barcelona y Real Madrid para hacerlo, luego... ¿por qué no lo prepara? ¿Cómo es posible que al Atlético de Madrid, que ayer hizo lo más difícil en San Mamés, que fue empatar, le marcaran un gol como el de Íñigo Martínez? Es un golazo, eso desde luego, un testarazo de los que hacen época, pero ¿cómo es posible que Íñigo Martínez entre a rematar ese balón como lo haría Pedro por su casa? ¿Y por qué el Atlético tiró a la basura la primera parte cuando se estaba jugando ni más ni menos que la Liga y ya sabía que habían ganado Barcelona y Sevilla? Relajación y falta de concentración fruto de un mensaje ramplón.

Decía Santo Tomás que no hay mayor muestra de vanidad que la falsa modestia. Eso es lo que le pasa a Simeone. Por supuesto que él piensa que es el mejor y naturalmente que, en el fondo, cree que las derrotas de su equipo se deben a errores individuales que resulta imposible entrenar, pero yo me tengo que ceñir a lo que él repite machaconamente y es que el fallo es suyo, que no ha preparado bien el partido, que no ha elegido bien a los jugadores, que los cambios no han sido acertados... ¿En serio puede repetir eso una y otra vez el entrenador de fútbol mejor pagado del mundo? ¿De verdad? El caso es que ese mensaje triste e indigno de un grande de España que lidera la Liga afecta, por supuesto, a los jugadores. También lo compra el perioatletismo, que ya no sabe qué hacer para que Gil responda al whatsapp aunque sólo sea para decir cómo ha dormido esa noche. Pero, subiendo poquito a poco, afecta también a los más grandes. Por ejemplo, a mi amigo Paulo Futre, que es emblema colchonero y uno de los cinco jugadores más importantes de la historia del Atleti junto probablemente a Luis, Adelardo, Gárate y Torres. Paulo ha comprado ese discurso. Dice Futre que cualquier atlético habría firmado en septiembre tener al equipo líder en abril, y no es eso, Paulo, no lo es. ¿Cuántos atléticos compran hoy que el Atlético vaya primero en abril con un punto de distancia con respecto al Barcelona, que tiene un partido menos jugado, cuando en febrero sacaba diez? ¿Cuántos? Ya te lo digo yo: casi ninguno. Casi. Si al equipo le pides que acabe entre los tres primeros... acaba tercero. Y si el Atleti acaba tercero, ¿no habrán cumplido perfectamente los jugadores con el objetivo propuesto por los propietarios? ¿Terceros?... ¡Pues a Neptuno!

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comentarios
1 Daniel Rodríguez Herrera, día

Prueba

2 forerix, día

Sale?

3 El_Muela, día

:(