El presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, ha vuelto a mostrar sus intenciones respecto de Israel. Hace poco más de un mes expresó su deseo de eliminar al Estado de Israel. Este jueves ha renovado su deseo, a lo que ha añadido unas palabras especialmente miserables. Ahmadineyad ha hablado de "resolver el problema para siempre", lo que recuerda a la "solución final". Y ha propuesto, nada menos, que Alemania y Austria concedan "un par de sus provincias al régimen sionista para instaurar un gobierno que todos los europeos aceptan".

Esto es el islamismo radical. El que extrae del Islam su interpretación más contraria a los valores esencialmente humanos, que son los que antes hemos descubierto en Occidente. No podemos mirar hacia otro lado. Literalmente, no podemos.

Especialmente en el caso de Irán. Ese país está en una carrera por obtener armas nucleares que le permitan llevar a cabo los deseos que su presidente ha vuelto a manifestar. La torpe diplomacia internacional está haciendo el juego a ese régimen, y no le está impidiendo conseguir sus fines. Aquí la comunidad internacionao tampoco puede escaparse de sus responsabilidades.