¿Qué hubiese pasado si, en lugar del Nou Camp, se hubiese colgado de una grada del Bernabeu una pancarta que dijese "Cataluña es España" y el realizador de Telemadrid hubiera pinchado el plano durante 10 segundos para todo el mundo? ¿Hasta dónde llegaría hoy la polémica si la página web de un ayuntamiento riojano obsequiase a sus visitantes con un monigote arrojando una bandera catalana a una papelera para después prenderla fuego?

Si le damos la vuelta a ciertas situaciones es cuando alcanzamos a ver el límite al que cierto nacionalismo está llegando sin que muchos quieran darse cuenta. Quizá Joan Laporta considere que el sentir de la mayoría de los catalanes es independentista. Si hubiese considerado exactamente lo contrario, ¿cuál sería el futuro inmediato del joven presidente del Barça?

Hacerse tales preguntas da que pensar.