Nueva Orleans: la ciudad que te atrapa con su extraña mezcla de cultura y locura
Hay ciudades cuyo mero nombre resulta especialmente evocador, ya sea porque las hemos visto en series y películas, leído libros o cómics en los que eran las protagonistas, escuchado canciones en las que se las mencionaba o se hablaba de una de sus calles… Nueva Orleans es una de ellas, sin duda, asociada casi siempre a ese mundo un tanto oscuro, lleno de criaturas de la noche tan peligrosas como fascinantes: los vampiros de Anne Rice, las almas vendidas y compradas en El corazón del Ángel, ese terrible nido de vicio de Predicador… son algunos ejemplos que me vienen a la mente.
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Crucero por el Rin: un placer que hay que disfrutar al menos una vez en la vida
En la mayoría los viajes turísticos que solemos hacer nos desplazamos al lugar que hayamos elegido y sólo una vez allí sentimos que estamos disfrutando, la ida y la vuelta son meros trámite.
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Mikulov: un pequeño viaje al pasado de Europa que encontré por sorpresa en mi ruta por Chequia
Es raro que te llame la atención la última etapa de un viaje de trabajo en el que ya llevas varias paradas espectaculares. Si además es un pueblo pequeño, lo normal es creer que va a ser un punto de paso sin mayor importancia.
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De los Papas y de la buena vida: Aviñón o las delicias de una Provenza cargada de historia y belleza
Como es lógico, y más en mi caso que soy un poco friki de todo lo que sean piedras viejas, me atraía Aviñón por su historia única y excepcional: es la única ciudad del mundo –además de Roma, claro– que fue sede del Papado y eso no es cualquier cosa, pensaba yo convencido de que ese siglo de papas y antipapas tenía que haber dejado una impronta especial.
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Sintra, un tesoro portugués que tiene la suerte (y la desgracia) de estar muy cerca de Lisboa
Sintra tiene la suerte de estar muy cerca de Lisboa: en un día se puede ir y venir desde la capital lusa viendo casi todo lo que hay que ver, aunque yo recomendaría quedarse una noche y disfrutar de todo más despacio, porque los tesoros de la pequeña localidad merecen ser paladeados con algo más de calma.
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San Luis: la puerta al Oeste que os llevará a la América más auténtica
No conozco tanto Estados Unidos como me gustaría –estamos en ello, es un trabajo en marcha– pero incluso desde ese conocimiento parcial del alma americana, que al cabo no lo es tanto porque llevo toda la vida viendo sus películas y series, leyendo sus novelas y comics y, en suma, consumiendo productos e ideas yanquis, apostaría a que una de las cosas que la define es el atrevimiento, la osadía, la convicción de que es posible hacer algo que no se haya hecho antes.
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San Juan de Puerto Rico: gente maravillosa y el recuerdo de la historia de España en el Caribe
Es muy difícil estar en San Juan de Puerto Rico y no sentir un cierto orgullo patrio, incluso para los que no nos inflamamos con facilidad por los logros que, al fin y al cabo, fueron de otros españoles y, ay, me temo que de otra España.
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No hagan caso de lo que les digan: Marsella es una ciudad tranquila y está llena de maravillas
Empecemos por el tema más espinoso: prácticamente a todo aquel al que le dije antes del viaje que iba a visitar Marsella me advertía sobre la ciudad como si estuviésemos hablando del extrarradio de Kabul, vamos, que veía hasta la cara de preocupación de la gente según me lo decían.
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Béjar: un patrimonio interesante y, sobre todo, la nostalgia de la España en la que fuimos niños
Caminando por Béjar, uno tiene la sensación de estar en un viaje en el tiempo, pero no de estos que te llevan a la Edad Media y que tan bonitos quedan en los folletos y los artículos turísticos –bueno, en realidad la expresión está más gastada que la junta de la culata de un 127– sino a una España más reciente, de la que muchos podemos acordarnos todavía, sólo unas décadas atrás: aquel mundo sin redes sociales ni franquicias en el que fuimos niños y en el que no teníamos más pantalla que la de una televisión mucho más pequeña que la actual y, con suerte, la del Casio electrónico en nuestra muñeca.
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Jazz, barbacoas, deporte, sonrisas y una conexión inesperada con España: bienvenidos a Kansas City
Con un jet lag que me había despertado unas horas antes, salí del hotel a dar mi primer paseo por Kansas City (Missouri) a una hora en la que la tranquila ciudad estaba aún más calma de lo habitual. Sólo un turista despistado, yo, y unos pocos indígenas andábamos por las espaciosas calles y casi al momento noté algo extraño: al cruzarse conmigo la gente no rehuía el contacto visual y, de hecho, me sonreía. Algunos incluso lanzaban un "hi" o un "good morning", otros hacían un gesto con la cabeza.
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