
Es toda una atracción ver jugar a Nwankwo Kanu, atacante del Arsenal, sobre todo cuando controla el balón en espacios muy reducidos.
Es también un milagro volver a verlo sobre un campo de juego luego de la operación del corazón en 1996.
Este longuilíneo jugador de 1,97 m tuvo que batallar muy duro para volver al más alto nivel luego de estar más de seis meses parado. Un combate que ha trasladado al Arsenal para conquistar un lugar entre las numerosas estrellas del club londinense.
Toque de balón, sentido de la ubicación, instinto de goleador, el nigeriano dispone de todos los registros de un gran atacante. Cualidades que se definieron muy temprano, en el Mundial Sub-17 de 1993 en Japón, en el cual Nigeria y Kanu llegaron a la final.
Después de la selección juvenil pasó al Ajax. De esa primera época quedaron tres títulos de Campeón de Holanda, una Liga de Campeones de Europa y una Copa Intercontinental.
En los Juegos Olímpicos de Atlanta-96 Nigeria ganó la medalla de oro al derrotar a Argentina.
A su regreso a Europa, firmó con el Inter. Tras la operación, la continuidad de su estancia en Milán quedó seriamente afectada. Fue en ese momento cuando el entrenador de Arsenal, el francés Arsene Wenger, que ya le había echado el ojo, se lo llevó a Londres.