Túnez, que ya consiguiera la clasificación en 1978 y 1998, se prepara para disputar su tercera Copa Mundial de la FIFA. Y jamás ha tenido mejores opciones de superar la primera ronda, a pesar de los dos azarosos años de preparación, durante los cuales se han sucedido cinco entrenadores en el cargo. El dúo local formado por Ammar Souyah y Khémaies Laâbidi se encuentra al mando de la selección desde finales de marzo de 2002 y será quien guíe al equipo tunecino en su visita a Japón y Corea.

Henri Michel asumió el cargo de entrenador el pasado octubre, aunque decidió tirar la toalla tras un solo invierno. La pobre actuación realizada en la Copa Africana de Naciones, los nefastos resultados obtenidos en diversos amistosos y las disputas con algunos jugadores, entre ellos, el delantero Adel Sellimi, al igual que las malas relaciones que tenía con la Federación Tunecina fueron algunos de los factores que acabaron con la paciencia del seleccionador de nacionalidad francesa. Bajo la batuta de la nueva pareja en la dirección técnica, la reincorporación de ciertos internacionales que habían quedado relegados parece un hecho más que probable.

Puede que Túnez haya conseguido esquivar a los favoritos para adjudicarse el título, pero, en Japón, tendrá que verse las caras con el que puede convertirse en uno de los conjuntos más complicados en el Mundial de Asia. Respaldada por toda una nación, la selección de la tierra del sol naciente será un oponente formidable. Por otra parte, Bélgica, que se ha clasificado por sexta vez consecutiva, y Rusia, con muchas ganas de retomar la senda de su glorioso pasado, son dos rivales que tampoco han de tomarse muy a la ligera. Más que esperar desesperando un pase a segunda ronda, los tunecinos, más pragmáticos, se limitarán a cumplir su objetivo de crear espectáculo y brindar su segunda participación en una Copa Mundial a los aficionados, quienes todavía siguen regocijándose con la primera, que se produjo en 1978.