
Cuando
el sueco Sven Goran Eriksson pasó a ocupar el cargo de seleccionador
de Inglaterra, la situación era desesperada. Inglaterra había empezado
de forma desastrosa la fase de clasificación para la Copa Mundial
de Corea-Japón 2002. Sin embargo, el efecto Eriksson fue inmediato.
La histórica paliza a Alemania por 5-1 en Munich, en septiembre,
convirtió al escandinavo en un Mesías para los ingleses, y mantuvo
este estatus divino cuando Inglaterra se clasificó automáticamente
en primera posición.
La Federación Inglesa de Fútbol tomó una decisión muy comprometida cuando nombró a Eriksson seleccionador de Inglaterra en enero de 2001. Era la primera vez que un entrenador extranjero se hacía con las riendas de la selección, y la patriótica prensa inglesa iba a ir a por él a la mínima oportunidad. Pero el éxito de Eriksson ha sido tan grande que tanto la prensa como el público han hecho un hueco en sus corazones para él y su segundo, el también sueco Tord Grip. Estas demostraciones de cariño no son nuevas para Eriksson.
Su estancia en Italia entre 1984 y 2001, salvo dos años en los que regresó al Benfica, se caracterizó por la forma en que la jerarquía tradicionalmente cerrada de los entrenadores italianos le adoptó como uno de los suyos. Durante su estancia en el Roma, la Fiorentina, el Sampdoria y, más recientemente, en el Lazio, se empapó de las tácticas de la Serie A y recibió el apodo del "hombre de hielo", por su capacidad para afrontar las situaciones de más presión. El estilo italiano también impregnó su vida social, y ahora su fachada intelectual está acompañada del gusto por vestir bien y el amor por la ópera; además, su pareja es italiana. Aunque Eriksson nunca ha entrenado a la selección sueca, es, con diferencia, el entrenador más laureado de su país.